Cuesta aproximadamente un 70% menos que la nafta, en términos de costo directo.
Es un combustible limpio que puede mejorar sensiblemente las condiciones ambientales, disminuyendo la creciente contaminación urbana.
Prolonga la vida útil del motor.
La carga del cilindro se efectúa de manera sencilla, como cualquier otro combustible tradicional.
No forma sedimentos manteniendo las bujías limpias; no lava las paredes de los cilindros del motor, permitiendo una mejor y efectiva lubricación.
La naturaleza gaseosa del combustible elimina la acción de barrido del lubricante en los cilindros durante las fuertes aceleraciones, con la ventaja de reducir el desgaste por abrasión de las superficies metálicas.
El motor presenta una gran elasticidad de funcionamiento con aceleraciones sin irregularidades ni detonaciones (pistoneo) aún a baja velocidad en directa.